En el mundo del cannabis hay muchos términos que pueden causar confusión. Seguramente has escuchado hablar de cannabis, de hachís, hash, puede que incluso también hayas escuchado sobre el cáñamo. Aunque el cannabis y el hachís provienen de la misma planta, sus características, formatos y formas de obtención revelan diferencias sustanciales e importantes.
Entender qué los distingue no solo permite reconocer que estas formas del cannabis tienen formatos y experiencias particulares y responden a tradiciones diferentes, sino que ayuda a comprender su clasificación legal. Veamos, entonces, que es lo que hace única a cada una de estas expresiones de una misma planta.
¿Qué es exactamente el cannabis?
El cannabis es la parte floral del cannabis, y probablemente sea la forma más reconocida y extendida de esta planta. Su aspecto, fragancia y textura la han convertido en el derivado más común dentro del universo cannábico, especialmente por su facilidad de cultivo y procesamiento. Lo que define al cannabis no es solo su procedencia, sino la riqueza botánica que encierra cada flor: una estructura compleja donde se concentran tricomas, pistilos y otros elementos visibles que le otorgan su identidad.
La parte del cannabis que se conoce como marihuana
Cuando se habla de marihuana, generalmente se hace referencia a las flores secas de la planta de cannabis, particularmente de las plantas hembra. Estas flores, también llamadas cogollos, se desarrollan en la etapa de floración y son recolectadas una vez alcanzan su punto óptimo de madurez. Lo que las distingue del resto de la planta es su alta densidad de tricomas, pequeñas estructuras glandulares que producen y almacenan una variedad de compuestos naturales. A nivel botánico, esta parte de la planta representa el mayor valor en términos de concentración de componentes activos y aromáticos. También es importante reconocer que el término “marihuana” se suele referir a la variante del cannabis que tiene mayores cantidades de THC, mientras que “cáñamo” suele usarse para hablar de la variante con más CBD. Aunque ambos son cannabis, e incluso tienen el mismo nombre científico (cannabis sativa), esta diferencia es importante porque en paises como España estas plantas solo son legales si poseen un THC menor al 0.2%, es decir que las plantas llamadas “marihuana” no suelen estar dentro de la legislación vigente.
Cómo es el cannabis a simple vista
El cannabis puede reconocerse fácilmente por su aspecto floral y fibroso. Sus cogollos tienen una forma irregular, compacta y esponjosa, y suelen estar cubiertos por una capa visible de tricomas que, bajo la luz, pueden parecer cristales diminutos. Los colores predominantes van desde el verde claro al verde oscuro, aunque algunas variedades presentan tonos púrpuras, anaranjados o incluso azulados. Esta variedad de colores se debe a la genética de la planta y a las condiciones de cultivo, como la temperatura o la exposición a la luz.
Además de su color, el cannabis se caracteriza por su textura: al tacto, los cogollos son pegajosos, ligeramente resinosos y pueden desprender un aroma fuerte y complejo. Este aroma es el resultado de los terpenos, compuestos que aportan fragancias naturales que varían entre notas cítricas, terrosas, florales o frutales. Todo este conjunto de elementos hace que el cannabis se distinga visual y sensorialmente de otros productos derivados del cannabis.
Cómo se obtiene la marihuana a partir de la planta
El proceso para obtener marihuana en flores inicia con la cosecha de las flores, una vez que han alcanzado la madurez ideal. Esta recolección suele hacerse de forma manual para conservar la estructura de los cogollos. Luego, las flores se someten a un proceso de secado que permite reducir la humedad interna sin deteriorar los compuestos más volátiles. El secado se realiza en espacios oscuros, ventilados y con temperatura controlada, lo que evita la aparición de moho y favorece una deshidratación gradual.
Posteriormente, los cogollos pasan por un proceso de curado. Este consiste en almacenarlos en recipientes herméticos durante varias semanas, abriéndolos de forma periódica para renovar el oxígeno. El curado estabiliza el aroma, suaviza la textura y reduce ciertos compuestos que pueden resultar irritantes. Así, el resultado es una flor seca, con buena conservación y lista para su uso o procesamiento posterior.
¿Qué es el hachís o hash?
El hachís, también conocido como hash, es otro de los derivados más antiguos y tradicionales del cannabis. A diferencia de la marihuana, que conserva la flor en su forma natural, el hachís se obtiene al procesar la resina concentrada de la planta. Esta resina es una sustancia pegajosa que recubre los tricomas, y que puede extraerse mediante distintas técnicas, algunas de las cuales tienen siglos de antigüedad. El resultado es un producto compacto, moldeable y con una identidad visual muy distinta a la marihuana.
El hachís ha formado parte de múltiples culturas, especialmente en regiones como Marruecos, la India, Pakistán o Afganistán, donde su elaboración se transmite de generación en generación. Gracias a estas prácticas artesanales, hoy existen distintos tipos de hash, con colores, texturas y grados de pureza diversos.
Qué parte del cannabis se convierte en hachís
El hachís se elabora exclusivamente a partir de la resina natural que producen los tricomas. Los tricomas son unas pequeñas glándulas visibles como puntos brillantes o cristalinos en la superficie de la flor. Allí se concentran muchos de los compuestos característicos del cannabis. Para hacer hachís, no se usa la flor entera ni las hojas, sino que se separa esta capa resinosa de forma mecánica, térmica o manual.
Esta separación permite concentrar los elementos más valiosos de la planta en un solo producto, sin los elementos vegetales que caracterizan a la marihuana. Por eso, aunque el origen es el mismo, el contenido y la forma del hachís difieren profundamente.
Cómo luce el hachís o hash
A diferencia de la marihuana, el hachís no conserva ninguna parte visible de la flor. Se presenta como una masa compacta, que puede variar en forma y color. Su coloración va desde el dorado claro hasta el marrón oscuro o negro, dependiendo del método de elaboración y del tipo de planta utilizada. La textura también es variable: algunos tipos de hachís son blandos y maleables, parecidos a la plastilina, mientras que otros son más duros y quebradizos, parecidos a una piedra porosa.
Métodos comunes para elaborar hachís
A lo largo del tiempo, diferentes culturas han desarrollado formas variadas de recolectar la resina del cannabis para elaborar hachís. Estas técnicas se distinguen tanto por los recursos utilizados como por el resultado que producen en términos de textura, color y pureza. Algunos de los más conocidos son:
- Tamizado en seco (dry sift): Las flores secas se frotan suavemente sobre mallas con poros muy finos. Los tricomas se desprenden como polvo suelto, llamado kief, que luego puede prensarse para formar bloques compactos. Este método es uno de los más antiguos y sigue siendo muy valorado por su sencillez.
- Frotado manual (charas): Las flores frescas se frotan entre las manos para que la resina se adhiera a la piel. Luego se raspa y se amasa hasta formar una pasta. Es una técnica tradicional, especialmente practicada en zonas del Himalaya, donde conserva un fuerte componente cultural.
- Extracción con agua y hielo (bubble hash): Las flores se agitan en una mezcla de agua helada. Las bajas temperaturas endurecen los tricomas, que se desprenden fácilmente y se filtran con bolsas especiales. El material se seca cuidadosamente para preservar su calidad.
- Rosin hash (presión y calor): Este método utiliza calor y presión para extraer la resina directamente de las flores, del kief o del hachís. Es considerado limpio porque no emplea disolventes, y permite obtener un producto de alta pureza de forma rápida y segura.
- Método afgano (caramel hash): Se parte del kief, que se humedece ligeramente y se amasa a mano o con calor hasta obtener una masa densa, homogénea y de textura blanda. Es muy común en países como Marruecos, Pakistán y Afganistán.
- Otros métodos modernos: En contextos industriales, también se emplean técnicas como la liofilización, que seca el material por congelación sin aplicar calor, o la extracción con CO₂ supercrítico, que separa los compuestos mediante presión y temperatura controladas. Estas variantes no se asocian con el hachís artesanal, pero amplían las posibilidades técnicas de la resina de cannabis.
¿Qué es el hachís de cáñamo o hachís CBD?
En los últimos años ha ganado presencia una variante del hachís que no proviene directamente de las mismas plantas tradicionalmente conocidas como marihuana. Se trata del hachís de cáñamo, también llamado hachís CBD o resinas CBD, elaborado a partir de variedades industriales de cannabis con bajo contenido de THC. Aunque su apariencia puede parecer similar al hachís común, y es elaborado con los mismos métodos y principios, su composición química y su clasificación son completamente distintas.
Qué diferencia al cáñamo de la marihuana
El cáñamo es una variedad de cannabis que se cultiva específicamente por su bajo contenido de THC, el principal compuesto psicoactivo de la planta. A diferencia de la marihuana, que puede contener niveles elevados de este componente, el cáñamo se mantiene por debajo del umbral legal establecido en muchos países (generalmente 0,2 %). Además, el cáñamo suele seleccionarse por su capacidad para producir fibras, semillas o cannabidiol (CBD), lo que lo convierte en una planta versátil con múltiples aplicaciones agrícolas, cosméticas e industriales.
Cómo se elabora el hachís CBD a partir del cáñamo
El hachís de cáñamo se elabora con las mismas técnicas tradicionales del hachís común. Se recolectan las flores ricas en CBD y se extraen sus tricomas mediante tamizado, agua fría o presión. El resultado es una resina concentrada, que se prensa en bloques o se trabaja en texturas más blandas, dependiendo del método y del nivel de refinamiento. Lo que lo diferencia del hash convencional es que proviene exclusivamente de cáñamo industrial y, por tanto, contiene una mayor proporción de CBD y niveles casi nulos de THC.
Conclusión: por qué el cannabis y hachís no son lo mismo
La marihuana y el hachís son dos expresiones distintas del cannabis, cada una con su identidad, su historia y sus características propias. Mientras la marihuana conserva la flor en su forma natural, el hachís es una concentración de la resina vegetal. Además de sus diferencias visuales y estructurales, también difieren en los métodos de obtención y en la manera en que son reconocidos legal y botánicamente.
A esta diversidad se suma el hachís CBD, una versión moderna y legal de hachís elaborada a partir de cáñamo industrial. Esta variante amplía el abanico de posibilidades y refuerza la idea de que no existe una única forma de aprovechar el cannabis. Hoy en día, existen multiples variantes que deciden enfocarse en el CBD y dejar de lado el THC, y puede presentarse en aceites, hash, o incluso flores o mini buds CBD que lucen muy similares a la marihuana pero no poseen efectos psicoactivos y son completamente legales.
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