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Qué es el CBD hidropónico

Cuando pensamos en el cultivo del cannabis, lo primero que suele venirnos a la mente es una planta creciendo en la tierra, alimentándose de lo que encuentra en el suelo y del agua de la lluvia. Sin embargo, en los últimos años ha tomado fuerza un método muy diferente y, para muchas personas, sorprendente: el cultivo hidropónico. Este sistema permite cultivar cannabis sin utilizar tierra, con un control casi absoluto de cada elemento que afecta al crecimiento de la planta. Esto también ha dado lugar a una forma particular de producción: el CBD hidropónico, un tipo de flor que nace en un entorno muy preciso y que refleja todo el cuidado detallado que los cultivadores ponen en cada paso del proceso. Cómo funciona el cultivo hidropónico El cultivo hidropónico es un sistema en el que las plantas crecen sin suelo. En lugar de tierra, sus raíces se sostienen en materiales como lana de roca, perlita o arcilla expandida. Lo importante es que la planta no obtiene sus nutrientes de un sustrato natural, sino de una solución líquida nutritiva que el cultivador prepara de forma precisa. La clave de este sistema está en que las raíces están en contacto directo con el agua cargada de minerales y nutrientes. Esto permite controlar exactamente qué recibe la planta, en qué cantidad y en qué momento. El agua se mueve continuamente o por ciclos, para garantizar que las raíces tengan oxígeno y no se saturen. Es un método muy apreciado por quienes buscan resultados consistentes, porque permite ajustar cada variable con gran detalle. Características del CBD obtenido por hidroponía Los cogollos CBD obtenidos mediante hidroponía ha ido ganando popularidad entre muchos cultivadores, sobre todo porque este método les permite acompañar el crecimiento del cáñamo de una forma muy precisa. Ese nivel de control sobre el entorno influye en cómo se desarrollan las flores y en la manera en que cada variedad expresa sus cualidades. Por eso, cuando se comparan distintos tipos de flores, las hidropónicas suelen llamar la atención de inmediato y convertirse en una opción interesante para quienes buscan resultados consistentes y bien cuidados. Para entender mejor por qué ocurre esto, vale la pena detenerse en algunos rasgos que suelen asociarse a este tipo de cultivo. Uniformidad y expresión clara de la genética Cuando las plantas crecen en hidroponía, reciben condiciones muy precisas y controladas desde el primer día hasta el final de la floración. Esto hace que las flores que producen tiendan a ser muy parecidas entre sí en tamaño, densidad y forma. Ese nivel de uniformidad es resultado de que cada planta recibe la misma luz, la misma concentración de nutrientes y el mismo ambiente controlado. Y al quitar de la ecuación factores impredecibles como la calidad del suelo, la disponibilidad natural de minerales o cambios repentinos en el clima, la genética queda en primer plano. Cada variedad expresa con claridad sus rasgos propios, sin interferencias externas que puedan distorsionarla. Por eso muchos cultivadores dicen que la hidroponía permite sacar a la luz la identidad de una planta, porque lo que tienes entre manos refleja de forma muy directa lo que la genética quería mostrar desde el principio. Aromas definidos y perfiles químicos consistentes Los terpenos y cannabinoides presentes en las flores dependen de muchos factores, entre ellos los nutrientes, la estabilidad ambiental y el manejo de la planta durante las últimas semanas de floración. En hidroponía, todos esos elementos se controlan con precisión milimétrica, lo que ayuda a que los perfiles aromáticos sean más nítidos y repetibles entre cosechas. Los terpenos se desarrollan en tricomas que, en condiciones estables de temperatura y humedad, suelen mantenerse más intactos y abundantes. Esto da lugar a flores con un aroma marcado y fácilmente identificable. Además, la consistencia es un punto clave: al repetir las mismas condiciones en cada ciclo, los perfiles químicos suelen mantenerse muy similares, lo cual es especialmente apreciado por quienes buscan un CBD con características previsibles y constantes. Cómo se cultiva CBD sin tierra Lo más sorprendente para muchas personas es saber que una planta pueda crecer sin tierra. La idea puede sonar extraña al principio, pero en realidad tiene mucho sentido. La tierra funciona como un medio que retiene agua y nutrientes, y que mantiene a las raíces en un entorno estable. En la hidroponía, ese papel lo cumple el agua en combinación con un medio inerte. La planta no “necesita” suelo como tal; lo que necesita son nutrientes, estabilidad y un entorno donde puedan desarrollarse las raíces. En los cultivos hidropónicos, todo esto se consigue mediante recipientes especialmente diseñados, aireadores que oxigenan el agua y soluciones nutritivas creadas para cubrir todas las necesidades de la planta. Así, el cannabis crece de forma vigorosa incluso sin tocar un gramo de tierra. El agua: la clave del CBD hidropónico El agua es el corazón de cualquier cultivo hidropónico. No solo hidrata la planta, sino que es el vehículo por el cual recibe todos los minerales que necesita para crecer. Por eso, los cultivadores prestan especial atención a su calidad. Primero se analiza su composición: nivel de pH, presencia de sales, dureza y pureza. A partir de ahí se ajusta para que esté en el rango adecuado, añadiendo nutrientes con precisión. Entre ellos suelen estar nitrógeno, fósforo, potasio, calcio o magnesio, cada uno esencial para una etapa distinta del desarrollo. Además, la oxigenación del agua es fundamental. Las raíces, aunque estén sumergidas, necesitan oxígeno para mantenerse sanas. Por eso se emplean bombas o sistemas que mantienen el agua en movimiento. Un agua bien oxigenada y equilibrada da como resultado plantas fuertes, con un crecimiento uniforme y flores bien desarrolladas. El control ambiental: fundamental para la hidroponía en CBD El cultivo hidropónico no depende solo del agua y los nutrientes. Las condiciones del entorno marcan una enorme diferencia. La luz determina cómo crece la planta y cuándo entra en floración. La temperatura influye en su metabolismo y en la absorción de nutrientes. La humedad ambiental afecta directamente a su respiración y

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Prefloración y floración del cannabis

El ciclo de vida de cualquier ser es absolutamente fascinante, y las plantas no son la excepción. Podemos compararlo con el de los humanos: nacemos muy pequeños e indefensos, y nuestro cuerpo atraviesa transformaciones increíbles hasta que nos convertimos en adultos con características únicas. En las plantas, este proceso es similar, empezando con una semilla diminuta que, con el tiempo, se convierte en una estructura compleja con rasgos que la diferencian de cualquier otra. En el caso de plantas como el cannabis, una parte importante de esas características únicas está en sus flores. Pero, ¿cómo llegan a formarse esas flores a partir de la planta de cannabis? ¿Y cómo se convierten en cogollos CBD aromáticos llenos de cannabinoides? Para descubrirlo, hoy echaremos un vistazo a la fase más especial e importante del crecimiento del cannabis: la floración. Por qué se forman las flores de Cannabis Las plantas utilizan las flores para reproducirse. En el cannabis, estas flores tienen la función de producir las estructuras que permitirán, más adelante, la creación de semillas cuando el polen entra en contacto con las flores femeninas. Por supuesto, cuándo el objetivo de los cultivadores es obtener cogollos CBD, se evita la formación de estas semillas, pero ese es el propósito biológico por el que aparecen las flores en el cannabis. Para la planta, llegar a este punto es una señal de que ya creció lo suficiente y ahora puede dirigir su energía hacia la continuación de su especie. Detrás de esta transición hay señales internas relacionadas con la madurez biológica y señales externas como la luz y el entorno. Cuando ambas coinciden, el cannabis pasa de una etapa enfocada en crecer, conocida como fase vegetativa, a la fase de floración, en la que comienza a formar sus flores. Cuándo se habla de prefloración en el cannabis Cuando se observa el desarrollo del cáñamo, puede dividirse en dos grandes etapas. La primera es la fase vegetativa, donde la planta crece en altura y anchura, desarrolla más hojas, fortalece sus tallos y forma una estructura lo suficientemente estable para sostener lo que vendrá después. Es una etapa de expansión y preparación. La segunda etapa es la floración, en la que la prioridad de la planta cambia. En lugar de invertir energía en crecer, empieza a formar flores. Sin embargo, entre una fase y la otra está la prefloración, un momento intermedio en el que comienzan a aparecer flores solitarias en los nudos, pero la planta todavía mantiene parte de su ritmo de crecimiento vegetativo. Aquí aún se estira, puede generar nuevas ramas y continúa construyendo la base que utilizará cuando entre por completo en floración. En qué consiste la fase de floración del cannabis Cuando la prefloración termina, la planta entra por completo en la fase de floración. En esta etapa, el cannabis detiene su crecimiento estructural y comienza a enfocar su energía en desarrollar flores más complejas, agrupadas en lo que se conoce como inflorescencias. Esta fase es especialmente importante en el cáñamo porque es donde se forman los tricomas, esas pequeñas glándulas que parecen diminutos cristales y que contienen los cannabinoides, terpenos y otros compuestos que caracterizan a la planta. La floración no surge de golpe; es un proceso que avanza por pasos, donde las flores ganan tamaño, se multiplican y desarrollan cada vez más tricomas. Momentos clave del proceso de floración En 2023, los investigadores Steel et al. publicaron un artículo en el que describen con mucho detalle el comportamiento de floración del cannabis. Más que identificar etapas rígidas, señalan y destacan cuatro momentos clave que marcan un avance claro en la vida de la planta. Primeras señales del inicio floral El primer momento es la transición real entre la fase vegetativa y la floración completa. Aquí ocurre la inducción floral, que no es más que el cambio interno que le indica a la planta que debe dejar de producir hojas nuevas para empezar a formar flores. Las primeras flores que aparecen suelen ser flores solitarias ubicadas en los puntos donde las ramas se unen con el tallo. Estos puntos son las “axilas” de la planta, y por eso a estas flores iniciales se les conoce como “axilares”. Su aparición marca el final del crecimiento vegetativo. Desarrollo de nuevas ramas y ramificación Después del inicio floral, viene un momento en el que la planta reorganiza su estructura. Comienza a formar más ramas y puntos de crecimiento laterales, lo que aumenta la cantidad de lugares donde pueden aparecer flores. Esta ramificación permite que la planta distribuya mejor su energía y prepare una estructura capaz de sostener varias flores a la vez. Formación de la inflorescencia Una inflorescencia es un grupo de flores que se desarrollan muy cerca entre sí y que comparten un mismo eje o estructura. En el cannabis, estas inflorescencias se forman tanto en la parte superior como en las ramas laterales, y son las responsables de los cogollos característicos. Durante este momento, las flores dejan de aparecer aisladas y comienzan a organizarse en grupos compactos. Culminación de la floración en la punta El último momento es la floración terminal. Aquí la punta principal de la planta deja de producir nuevas hojas y se dedica exclusivamente a formar una flor completa. Esta floración en la punta marca el cierre del ciclo reproductivo de la planta y el momento en que las inflorescencias ya están definidas en forma y estructura. Tiempos de la floración en el desarrollo del cannabis Los tiempos de floración varían bastante entre una planta y otra. Steel et al. (2023) identificaron distintos grupos de plantas según la rapidez con la que florecen. Algunas variedades entran en floración tempranamente, mientras que otras pueden tardar varias semanas más. Lo más común es que, desde el inicio del crecimiento, la floración empiece entre la sexta y la décima semana, aunque estos tiempos dependen de factores como la genética, el entorno y el método de cultivo. Por eso, aunque se pueden dar tiempos orientativos, lo mejor es identificar el ritmo de cada

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Cuando cortar cogollos: el mejor momento para cosechar

El cultivo del cáñamo es fascinante porque, en general, se trata de permitir el ciclo de crecimiento y vida natural de la planta dándole las condiciones ideales para que se desarrolle. Es hermoso observar cómo avanza ese ciclo y acompañarlo sin forzar nada. Quizá por eso el momento de la cosecha impresiona tanto incluso a quienes ya tienen experiencia: es la etapa en la que hay que intervenir con mucha precisión para obtener cogollos CBD en su punto óptimo. Para muchos cultivadores, decidir cuándo interrumpir el desarrollo y cortar las flores es una de las decisiones más delicadas. Con el tiempo, los expertos han encontrado una forma de observación que les da mucha claridad: estudiar los tricomas con atención. Los tricomas: la clave para cortar cogollos Los tricomas son pequeñas estructuras que recubren las flores y parte de las hojas. Bajo la lupa, parecen diminutas glándulas transparentes que sobresalen como si fueran gotitas. Son importantes porque allí se producen muchos de los compuestos que les interesan a los cultivadores, incluyendo cannabinoides y terpenos. Al ser “fábricas químicas” microscópicas, su apariencia cambia conforme avanza la madurez de la flor, y esos cambios visuales son el indicador principal que utilizan quienes saben evaluar el punto exacto de corte. Colores de los tricomas según la fase de la flor A partir del color y la transparencia de los tricomas, los cultivadores identifican el momento de desarrollo de la flor. Suelen observar tres etapas: Translúcidos: Son casi completamente transparentes. Indican una flor en etapa temprana, aún en desarrollo interno. Lechosos: Pierden transparencia y se vuelven opacos, con un tono blanco. Aquí la flor se acerca a su madurez y suele ser la fase más observada. Ámbar: Muestran un tono dorado o ambarino. Representan un punto avanzado de madurez, donde algunos compuestos ya empiezan a transformarse. El mejor momento para cosechar cogollos Ahora que entendemos cómo se leen los tricomas, es más fácil comprender el criterio de los cultivadores: buscan el instante en el que la mayoría están en fase lechosa, justo antes de que la tonalidad ámbar sea dominante. Ese es el equilibrio que consideran ideal. Cortar demasiado temprano puede significar que la flor no alcanzó su desarrollo pleno; esperar demasiado puede hacer que parte de los cannabinoides y terpenos empiecen a degradarse, cambiando el perfil que se trabaja tanto en el cultivo. Esta ventana es breve y requiere observación constante. Por eso quienes se dedican a este trabajo revisan las flores cada día durante la etapa final, atentos a los pequeños matices que puedan aparecer. Después de cortar cogollos: secado y curado Una vez que los cultivadores cortan las flores, empieza una fase totalmente distinta. Aquí ya no se trata de observar colores, sino de manejar el ambiente para que la flor mantenga su calidad. El secado y el curado son dos procesos separados que requieren planificación con antelación, porque no hay margen para improvisar. Secado: Suele hacerse en espacios con buena ventilación, poca luz y control de humedad. El objetivo es retirar la humedad interna de forma gradual para evitar que se formen hongos o que la flor pierda sus propiedades de manera abrupta. Curado: Una vez secas, las flores pasan a recipientes donde se abren y cierran periódicamente para permitir que el aire se renueve. Esta etapa ayuda a estabilizar el aroma y la textura con el paso de las semanas. Ambos momentos son tan importantes como el corte: son los que terminan definiendo el perfil final con el que se presentará la flor CBD. ¿Se pueden cortar cogollos antes? En algunos casos, los cultivadores experimentados cortan flores pequeñas o situadas en zonas menos iluminadas al inicio de la fase de floración. Lo hacen para redirigir la energía de la planta hacia las flores con mejores condiciones, como aquellas que reciben más luz. No es una práctica improvisada ni casual; requiere conocer bien el comportamiento de la planta, saber cómo responde y tener la paciencia de revisar todo el desarrollo con calma. Por eso no suele ser una técnica utilizada por quienes están empezando a explorar el mundo del cáñamo. Detalles que los cultivadores valoran al tomar decisiones Además del color de los tricomas, los cultivadores prestan atención a la estructura de la flor, la firmeza, el olor del entorno y la respuesta de la planta en días consecutivos. Todo esto les da un mapa mucho más completo del estado real del cultivo. Aunque parece un proceso técnico, en realidad combina observación científica con una sensibilidad adquirida tras muchas temporadas. Es una práctica que se afina con el tiempo, más como una habilidad que como una receta. Un aprendizaje que acompaña a cada cosecha En cada ciclo de cultivo hay una oportunidad de aprender algo nuevo, y esa experiencia acumulada es lo que diferencia a quienes dominan este proceso. Entender los tricomas, saber cuándo cortar y manejar bien el secado y el curado forma parte de ese conocimiento artesanal que se transmite entre cultivadores. Este es el conocimiento con el que trabaja el equipo que cultiva el cáñamo para Maionais CBD, aplícandolo cuidadosamente en cada etapa y, por eso, pueden traerte flores CBD premium manejadas con maestría desde el inicio hasta el resultado final.

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Manchas amarillas en las hojas de Cannabis

El arte del cultivo, sea cual sea la planta, implica en gran parte aprender a escucharla con atención. Es útil recordar que todas las plantas son seres vivos y que, igual que cualquier otro, tienen maneras de mostrar lo que están experimentando. Aunque el cannabis no pueda hablar, expresa mucho a través de su aspecto. Por eso los cultivadores revisan cada día sus plantas con detalle, pendientes de cualquier señal que pueda indicar un cambio. Entre esas señales se encuentran las manchas de distintos colores que pueden aparecer en las hojas. Las amarillas, quizá, son las que se ven con más frecuencia. Pero, ¿qué están indicando las plantas cuando aparecen manchas amarillas? ¿Por qué pueden aparecer manchas amarillas en el cannabis? Las manchas amarillas no tienen una única explicación. Pueden relacionarse con la nutrición, con la presencia de plagas, con el manejo de la luz o el riego, o incluso con procesos naturales propios de la planta. Cuando un cultivador revisa una hoja que cambió de color, suele evaluar estas posibilidades para descartar causas y entender qué está ocurriendo. Carencia de nutrientes Esta suele ser la causa más habitual. Cuando falta nitrógeno, hierro o magnesio, las hojas pueden volverse amarillas, empezando por los bordes o extendiéndose desde las venas hacia el resto de la superficie. La planta muestra ese cambio porque no está recibiendo lo que necesita para mantener su color verde habitual. Plagas Ciertas plagas pueden generar manchas amarillas muy visibles. Un caso conocido es el de los hongos responsables de la septoriosis, que provocan círculos amarillentos con un centro más oscuro. También otros organismos, como algunos ácaros o insectos pequeños, pueden afectar la hoja dejando un patrón que termina viéndose como puntos o manchas. Problemas de luz o riego Cuando la planta recibe más luz de la que puede manejar o cuando el riego no está equilibrado, las hojas también pueden cambiar de color. Esto ocurre tanto por exceso como por falta de agua, y los cultivadores suelen identificarlo revisando el sustrato, la distancia entre la planta y la fuente de luz, y la intensidad utilizada. Ciclo natural de la planta Hacia el final de la floración es normal que algunas hojas empiecen a amarillear. La planta redirige su energía hacia el desarrollo de las flores y deja de priorizar ciertas hojas. Mientras esta sea la causa y no aparezcan otros signos preocupantes, no suele considerarse un problema. Qué hacer cuándo hay manchas amarillas en las hojas La respuesta depende por completo de la causa. Quienes cultivan primero observan, identifican y luego actúan. Una vez que se tiene claro el origen, es posible aplicar estrategias más adecuadas. Qué hacer con manchas amarillas provocadas por desequilibrio en el cultivo Cuando el origen es una carencia de nutrientes o un manejo inadecuado del riego, la solución suele estar en ajustar esos parámetros. Si falta nitrógeno, magnesio o hierro, se pueden usar fertilizantes equilibrados que aporten esos elementos. Si se trata del riego, los cultivadores corrigen la frecuencia y permiten que el sustrato tenga un ritmo más estable de humedad. También revisan el pH del agua, ya que valores muy altos o muy bajos dificultan la absorción de nutrientes. Qué hacer cuando las manchas amarillas son provocadas por plagas Cuando se identifica un patrón compatible con septoriosis u otros hongos, lo primero es retirar las hojas afectadas para evitar que la infección avance. Si ya se ha extendido, es importante recurrir a fungicidas diseñados para proteger la planta. En el caso de otros problemas, como trips, araña roja o mosca blanca, se actúa de manera similar: retirar hojas comprometidas y aplicar tratamientos específicos para cada plaga. La rapidez es clave porque estos organismos pueden multiplicarse con facilidad. Se puede recuperar mi cultivo de manchas amarillas en las hojas En la mayoría de los casos, sí. Si la causa se identifica a tiempo, la planta suele responder bien a los ajustes. Cuando se corrige la nutrición, se regulariza el riego o se actúa frente a una plaga, las hojas nuevas suelen crecer sanas. Las hojas que ya están amarillas no recuperarán su color, pero lo importante es que el problema no siga avanzando. Otros tipos de manchas en las hojas de cannabis Como mencionamos antes, la planta expresa mucho a través de su apariencia, y las manchas amarillas son solo una de las señales que pueden llamar la atención. También existen otras marcas que los cultivadores observan con regularidad. Identificarlas ayuda a acercarse a la causa y entender qué revisar primero cuando algo no va del todo bien. Manchas marrones: suelen asociarse a quemaduras por luz intensa, hongos o incluso roces constantes con otra superficie. Si aparecen, conviene revisar la distancia a la fuente de luz, la ventilación y el estado del sustrato, porque esos factores suelen estar relacionados. Manchas blancas: aparecen con frecuencia cuando hay oídios o ciertos ácaros. Si notas áreas blanquecinas, los cultivadores suelen revisar la humedad del espacio y el flujo de aire, ya que estos organismos se desarrollan con más facilidad en ambientes cerrados o con poca renovación. Manchas rojas: pueden ser una señal de estrés o de cambios bruscos en la temperatura. Cuando aparecen, lo habitual es revisar si la planta estuvo expuesta a corrientes frías o a variaciones fuertes entre el día y la noche. Manchas verde oscuro: a veces indican exceso de nutrientes o acumulación en el sustrato. En estos casos, los cultivadores suelen revisar qué tipo de fertilizante están usando y si la planta está recibiendo más de lo que necesita. Al igual que ocurre con las manchas amarillas, las manchas de otros colores pueden tener orígenes muy distintos. Por eso, antes de tomar cualquier decisión, los cultivadores suelen detenerse a observar con calma qué pudo desencadenarlas. A veces el problema nace en la nutrición, otras en el ambiente, en una plaga o incluso en el propio ciclo natural de la planta. Actuar sin haber identificado la causa puede llevar a aplicar productos que no hacen falta o a modificar el plan

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Cultivo de marihuana SOG: ¿Qué es el Sea of Green?

El cannabis ha acompañado a la humanidad desde tiempos antiguos. Civilización tras civilización lo ha cultivado por distintas razones, y con el paso del tiempo, cada cultura desarrolló su propio modo de hacerlo. Su historia es tan extensa como las variantes de cultivo que existen hoy. Entre todas esas formas, una ha ganado especial notoriedad en las últimas décadas: el método conocido como Sea of Green, o “mar de verde”. Este sistema ha despertado interés y busca transformar la manera en que se distribuyen y organizan las plantas durante su crecimiento. Pero ¿qué lo hace tan atractivo para los cultivadores de cogollos CBD y otras variantes de cannabis? Qué es el método SOG de cultivo de cannabis El método SOG (Sea of Green) se basa en hacer que muchas plantas crezcan juntas a una altura similar, formando una superficie uniforme que aprovecha al máximo la luz. En lugar de esperar que unas pocas plantas alcancen gran tamaño, se prefiere cultivar más ejemplares de menor altura que florecen casi al mismo tiempo. Así, el conjunto se comporta como una sola masa verde que cubre todo el espacio disponible. Su origen está ligado al cultivo interior, donde cada centímetro de luz y superficie cuenta. La idea es mantener una organización precisa, de modo que cada planta reciba la misma cantidad de luz y nutrientes. Los cultivadores que emplean este método suelen trabajar con ejemplares de la misma genética, porque así las plantas crecen con características muy parecidas y responden igual a las condiciones del entorno. Lo que hace especial al SOG es su enfoque en la sincronía. Las plantas crecen de manera coordinada, alcanzan la floración en conjunto y se obtiene una estructura regular, como un tapiz vegetal donde todas las plantas van al mismo ritmo. Diferencias entre SOG y otros métodos de cultivo Existen diversos métodos para organizar el crecimiento del cannabis, cada uno con una lógica distinta. El SOG es solo una de esas estrategias, y su mayor diferencia con otras radica en cómo se aprovecha el espacio y el tiempo. El ScrOG (Screen of Green), por ejemplo, trabaja con pocas plantas más grandes que se guían a través de una malla para expandir sus ramas. De esta manera, cada planta ocupa una superficie amplia y recibe luz de forma pareja. El LST (Low Stress Training) se centra en moldear las ramas suavemente sin podar, favoreciendo también una exposición uniforme a la luz. En cambio, el SOG busca el mismo resultado pero multiplicando el número de plantas pequeñas en lugar de entrenar unas pocas. Tabla comparativa de métodos populares de cultivo de cannabis Método Enfoque principal Características destacadas SOG (Sea of Green) Coordinación y uniformidad Muchas plantas pequeñas que florecen juntas; ritmo de crecimiento sincronizado ScrOG (Screen of Green) Control individual Pocas plantas grandes guiadas con una malla; expansión horizontal LST (Low Stress Training) Moldeado progresivo Ajustes suaves sin daño a la planta; luz distribuida en toda la estructura Cultivo tradicional Desarrollo libre Crecimiento natural sin control estructural ni ritmo sincronizado Cada sistema responde a necesidades diferentes. El SOG se enfoca en la organización colectiva, el ScrOG en la optimización de cada ejemplar y el cultivo tradicional en el desarrollo espontáneo. Lo que todos comparten es la búsqueda de equilibrio entre espacio, tiempo y rendimiento. Ventajas y limitaciones del cultivo SOG La ventaja clara del método Sea of Green frente a los demás es su sincronicidad. En general, su estructura permite ciclos más regulares. Al reducir la fase de crecimiento y pasar antes a la floración, se consigue un ritmo de producción más constante. Además, al distribuir las plantas de forma compacta, la luz se aprovecha mejor y se genera una cobertura uniforme sin huecos. Otra de sus fortalezas es la simplicidad visual y logística. Todas las plantas se comportan de manera similar, lo que facilita la observación del conjunto. Los ajustes del entorno, como la intensidad lumínica o la temperatura, se aplican por igual, y la respuesta suele ser homogénea. Pero es esa misma uniformidad donde reside su mayor desventaja y riesgo: si una sola planta presenta un problema o una diferencia genética, rompe la regularidad del grupo, y puede afectar a todo el conjunto. Por eso el SOG requiere planificación, precisión y estabilidad, desde la selección de la genética hasta el control de las condiciones ambientales. Cómo preparar un cultivo SOG de marihuana La preparación de este tipo de cultivos se fundamenta en la organización y la observación. Todo comienza por definir el espacio y mantener el control de las condiciones ambientales: el Sea of Green funciona porque todas las plantas avanzan al mismo ritmo, y eso solo es posible si el entorno está equilibrado. Los cultivadores suelen trabajar con plantas de la misma genética o procedentes del mismo ejemplar, porque esto garantiza que crezcan de forma parecida. El espacio se distribuye en líneas ordenadas, dejando la misma distancia entre cada planta para que todas reciban una cantidad de luz uniforme. La iluminación debe cubrir el conjunto sin concentrarse en un punto específico, ya que el objetivo es que cada planta reciba la misma energía desde arriba. En cuanto al control del entorno: la temperatura, la humedad y la ventilación deben mantenerse estables. Cualquier variación brusca puede romper la sincronía del grupo o afectar todas las plantas por igual. También se planifica el tiempo: el SOG busca acortar la etapa de crecimiento y llevar a las plantas a floración cuando aún son jóvenes, lo que permite ciclos más frecuentes. Esta preparación meticulosa es la base de todo el sistema. Claves de un cultivo SOG de cannabis exitoso Un cultivo SOG prospera cuando todo el conjunto se mueve con ritmo y coherencia. Los cultivadores que dominan este método operan con constancia y disciplina: cada día repiten las mismas condiciones con precisión, manteniendo luz, temperatura y ventilación estables. También observan de cerca las plantas, porque en un sistema tan compacto, un pequeño cambio en el color o la postura de las hojas puede anticipar un desequilibrio en todo el

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¿Una planta hermafrodita puede polinizar?

En el cultivo de cáñamo, uno de los asuntos principales a los cuáles es necesario prestar atención es la distinción entre ejemplares masculinos y femeninos. Los cultivadores buscan plantas femeninas para obtener la mejor calidad de flores CBD limpias y sin semillas. Sin embargo, en medio de esa clasificación puede aparecer un caso intermedio: una planta hermafrodita. Ese hallazgo sorprende, y abre muchas dudas, entre esas la pregunta por si una planta hermafrodita puede polinizar. Qué significa que una planta de cáñamo sea hermafrodita En condiciones normales, el cannabis es dioico: hay plantas masculinas, que producen polen, y plantas femeninas, que forman las flores CBD que conocemos. Una planta hermafrodita combina estructuras reproductivas de ambos sexos en el mismo ejemplar. A veces se observa en pocas ramas y en otras ocasiones aparece en varios puntos de la planta. Las plantas masculinas se suelen evitar en el cultivo porque, al polinizar, podrían hacer que crezcan semillas en las flores. Por esa razón es preocupante cuándo una planta presenta también sacos de polen. Los cultivadores describen dos escenarios frecuentes: hermafroditismo “verdadero”, con flores claramente masculinas y femeninas, o aparición de pequeñas “bananas” amarillas en flores femeninas, que no parecen un saco típico pero liberan polen. Diferencia entre planta masculina, femenina y hermafrodita Las plantas masculinas muestran sacos de polen agrupados, con aspecto de bolitas que cuelgan. Las femeninas desarrollan cálices y pistilos blancos que luego cambian de color con el tiempo. En una hermafrodita puedes ver, en el mismo ejemplar, rasgos de ambas. Los cultivadores se fijan primero en la morfología: si observan pistilos y, además, estructuras similares a bolitas o esas pequeñas “bananas” sin pistilo, entienden que hay mezcla de funciones reproductivas. La clave de la distinción está en la función. El macho libera polen, la hembra lo recibe y forma semillas. La hermafrodita puede hacer ambas cosas, y por eso preocupa cuándo el objetivo es obtener flores sin semilla. ¿Por qué una planta hermafrodita puede liberar polen y causar polinización? Cuando una hembra desarrolla estructuras masculinas funcionales, esas estructuras pueden liberar polen. Los cultivadores lo explican con una idea simple: si hay polen viable en la misma planta donde existen flores femeninas, el ciclo de fecundación está servido. Y si ese polen llega a otras hembras cercanas, también hay riesgo de polinización cruzada. En la práctica, el polen viaja con facilidad. Una mínima corriente de aire o el movimiento alrededor de las plantas basta para que esos granos lleguen a pistilos cercanos. Esto es cierto para todo el cannabis. Aunque el cáñamo se asocie a bajos niveles de THC y a flores orientadas a CBD, la biología reproductiva sigue siendo la misma. Si hay polen y flores receptivas, puede haber fecundación. Estructuras reproductivas masculinas en una hembra Las estructuras masculinas que aparecen en una hembra no siempre se ven idénticas a las de un macho. En ocasiones aparecen “bananas” individuales incrustadas en la flor femenina. Otras veces surgen pequeños racimos más parecidos a los sacos de un macho. Los cultivadores comentan que esas “bananas” pueden liberar polen incluso antes de mostrar un aspecto evidente de apertura, lo que complica su detección. Es importante entender que el polen es muy ligero y se libera en cantidades altas con poco estímulo. Por eso, incluso una cantidad pequeña de estructuras masculinas puede bastar para fecundar flores femeninas cercanas si coincide con el momento receptivo de los pistilos. Capacidad de autopolinización y polinización cruzada Una hermafrodita puede autopolinizarse porque reúne en sí misma polen y flores femeninas. También puede polinizar a otras hembras del entorno si el polen viaja. En el primer caso, se forman semillas en la propia planta hermafrodita; en el segundo, se generan semillas en plantas vecinas. Quien estudia el fenómeno destaca que la autopolinización depende de la coincidencia temporal: si hay polen viable cuando los pistilos están receptivos, la probabilidad sube. Con la polinización cruzada ocurre lo mismo, pero el polen recorre una distancia corta mediante aire o contacto. Riesgos para el cultivo cuándo aparece una planta hermafrodita Cuando se produce polinización, la planta femenina dirige parte de su energía a formar semillas. Eso cambia el resultado final: las flores tienden a ser menos densas y con menor concentración de compuestos aromáticos y no aromáticos de interés. Para quien busca flores ricas en CBD, la aparición de semillas no deseadas reduce la calidad percibida y el rendimiento esperado. Otro riesgo es la extensión del problema. Si la hermafrodita libera polen en momentos clave, se multiplican las flores con semillas en varias plantas del entorno. Los cultivadores lo describen como un efecto de cascada: una sola fuente de polen en la época de mayor receptividad puede impactar muchas flores alrededor. ¿Qué provoca que una planta de cannabis se vuelva hermafrodita? Hay dos grandes grupos de causas que los cultivadores mencionan. El primero es genético: algunas líneas tienen más tendencia a expresar caracteres hermafroditas. El segundo es ambiental: situaciones de estrés que alteran el desarrollo normal de la planta. En el plano genético, la clave para prevenirlo está en la selección cuidadosa de semillas. En ambientes controlados, aun con buenas prácticas, un fondo genético predispuesto puede expresar rasgos hermafroditas si se dan ciertas condiciones. Por eso se habla de “predisposición” más que de garantía. En el plano ambiental, las interrupciones de fotoperiodo, las temperaturas que se alejan de rangos cómodos, los cambios bruscos entre día y noche, la presión de plagas o desequilibrios de riego y nutrición se señalan como detonantes habituales. Los cultivadores observan que, ante estrés sostenido, una hembra puede activar mecanismos reproductivos de emergencia, entre ellos la formación de estructuras masculinas. Como detectar y actuar ante una planta hermafrodita en el cultivo La detección empieza con la observación regular de las flores. Los cultivadores revisan los nudos y las zonas donde aparecen cálices y pistilos. Si, además de pistilos, asoman pequeñas estructuras alargadas amarillas o racimos que parecen bolitas, es una señal de alerta. Una vez identificada la mezcla de rasgos, la actuación varía según la situación y

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Cómo cultivar plantas autoflorecientes

Las plantas autoflorecientes se han convertido en una alternativa popular dentro del cultivo de cannabis porque no dependen del fotoperiodo, es decir, no necesitan cambios de luz para florecer. Su característica principal es que lo hacen de manera automática al cumplir cierta edad, lo que facilita mucho su manejo y permite ciclos rápidos de entre 8 y 12 semanas. En este recorrido vamos a profundizar en cómo cultivar plantas autoflorecientes, qué etapas atraviesan, cuándo conviene sembrarlas en España, cómo se comportan en interior y exterior, qué errores deberías evitar y cuáles son las dudas más comunes que suelen tener quienes se acercan a estas variedades. La idea es que termines de leer con una visión clara y completa para planificar tu propio cultivo con seguridad y realismo. Preparación para cultivar plantas autoflorecientes Lo primero al pensar en cómo cultivar plantas autoflorecientes es organizar bien el entorno de inicio. Escoger semillas de calidad te dará más estabilidad, ya que no todas las genéticas reaccionan igual al clima ni a los cuidados. Una vez elegidas, hay que decidir el tamaño de la maceta. Con las autoflorecientes no conviene trasplantar, así que lo mejor es usar una maceta definitiva desde el principio, entre 10 y 18 litros. De este modo, las raíces se desarrollan sin interrupciones. El sustrato también marca una gran diferencia. Los mejores resultados suelen venir de mezclas ligeras con perlita, que evitan encharcamientos y ayudan a que las raíces respiren. La clave aquí está en pensar que el inicio del ciclo es como los cimientos de una casa: cuanto más sólidos, mejor se sostendrá todo lo demás. Con esta preparación lista, el camino hacia un cultivo más equilibrado será mucho más sencillo. Etapas del cultivo de plantas autoflorecientes Germinación La germinación es la fase en la que la semilla despierta. Suele tardar entre 2 y 7 días, dependiendo de la genética y las condiciones. Aquí lo más importante es que la semilla tenga humedad, calor suave y oscuridad suficiente. La radícula es la primera raíz que emerge, y en cuanto se asienta en el sustrato, aparecen los cotiledones, esas hojas redondeadas que permiten a la planta iniciar la fotosíntesis. En este momento es frágil: cualquier error de riego o temperatura puede detener su desarrollo. Crecimiento vegetativo Tras la germinación, la planta entra en su fase de crecimiento vegetativo, que dura de 2 a 4 semanas. Durante este tiempo expande sus raíces, engrosa el tallo y produce hojas en abanico que funcionarán como paneles solares. Aunque breve, esta fase es decisiva porque determina cuánta energía acumulará para la floración. En este punto conviene mantener un riego moderado y asegurar que el sustrato esté aireado. Una planta que crece con vigor en este periodo florecerá con más fuerza después. Floración temprana A partir de la tercera o cuarta semana, la autofloreciente inicia su floración sin necesidad de cambios de luz. Este rasgo viene de su genética ruderalis. Lo primero que notarás son pequeños pistilos blancos que asoman en los nudos del tallo. También es habitual que la planta se estire un poco más en busca de espacio y energía. En esta fase, conviene ajustar los nutrientes, reduciendo el nitrógeno y favoreciendo los fertilizantes orientados a la floración. Floración avanzada Entre la quinta y la octava semana, los cogollos empiezan a engordar y los pistilos se multiplican. El aroma se intensifica y la planta dirige prácticamente toda su energía a producir flores. Aquí es clave vigilar la humedad y mantener buena ventilación, ya que el riesgo de hongos aumenta con la densidad de los cogollos. También notarás que algunas hojas viejas amarillean; esto es normal, porque la planta redirige sus recursos a los puntos de floración. Maduración y cosecha La etapa final llega entre la octava y la duodécima semana, dependiendo de la genética. Los pistilos cambian de color hacia tonos ámbar o marrón, y los tricomas pasan de ser transparentes a lechosos y luego a ámbar. Este detalle indica la madurez de los compuestos de la planta. El momento exacto de la cosecha depende del resultado buscado, pero la mayoría de cultivadores esperan a que la mayoría de tricomas estén opacos y con un pequeño porcentaje de ámbar. En este punto, se reduce el riego y se prepara la planta para el corte final. Cuándo plantar autoflorecientes en España En España, lo ideal es plantar entre finales de abril y julio, aprovechando los meses de más luz solar. Si plantas demasiado pronto corres el riesgo de que las heladas retrasen o dañen el crecimiento, y si lo haces muy tarde, las horas de luz del otoño limitarán el rendimiento. Esta ventana de tiempo coincide con la temporada de mayor energía natural, y aprovecharla marca una gran diferencia en los resultados. Condiciones climáticas ideales para plantas autoflorecientes Las condiciones climáticas varían según la región. En zonas mediterráneas, la abundancia de sol es perfecta, aunque la humedad puede favorecer hongos, lo que obliga a vigilar más la ventilación. En zonas del interior, el calor seco puede ser un problema si no se mantiene un riego regular. Y en áreas más frías, como el norte, hay que buscar la ventana más templada para asegurar que la planta complete su ciclo. Adaptar el calendario a cada zona es fundamental para no desperdiciar el potencial de las autoflorecientes. Cultivo en interior vs exterior de plantas autoflorecientes Al momento de decidir cómo cultivar plantas autoflorecientes, una de las dudas más comunes es si hacerlo en interior o en exterior. Ambas opciones tienen ventajas y limitaciones, y la elección dependerá de factores como el clima de tu zona, el presupuesto disponible, el nivel de control que quieras tener sobre el proceso y, por supuesto, la discreción que busques. Comprender bien qué ofrece cada método es clave para aprovechar al máximo el potencial de estas plantas, ya que su ciclo de vida corto exige tomar decisiones acertadas desde el inicio. Interior El cultivo en interior ofrece control absoluto sobre el ambiente: puedes decidir las horas de luz, mantener la

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Cultivo en interior sin armario: los secretos de los expertos

El cultivo de cannabis en interior sin armario es, en pocas palabras, una forma casera de aprovechar una habitación de la casa para las plantas sin necesidad de montar una estructura cerrada. Es un enfoque sencillo, pensado para quienes buscan discreción y practicidad más que un despliegue técnico complicado. La idea es contar con un espacio básico pero funcional, donde se tenga el control suficiente sobre la luz, el aire y el ambiente en general para que el cannabis crezca con buena salud. A lo largo de este texto te explicaremos cómo los cultivadores suelen elegir la habitación más adecuada, qué tipo de iluminación acostumbran a utilizar, de qué manera se organiza la ventilación, cómo gestionan los olores y qué precauciones de seguridad se tienen presentes ¿Por qué cultivar cannabis en interior sin un armario? La idea de cultivar en interior sin armario surge como alternativa cuando los cultivadores prefieren no recurrir a estructuras cerradas y especializadas. En vez de invertir en un armario completo, se aprovecha un espacio ya existente de la vivienda, como una habitación, un trastero o un rincón poco utilizado. Lo que se busca con esta elección no es tanto la sofisticación técnica como la practicidad: un entorno doméstico que pueda mantenerse ordenado, con algo de control sobre la ventilación y la limpieza. Algunas personas valoran la privacidad que ofrece usar un espacio propio sin equipos voluminosos. También influye la seguridad dentro del hogar, ya que un montaje sin armario requiere menos instalaciones adicionales, y la convivencia en edificios compartidos, donde la discreción se convierte en un tema clave.   ¿Qué habitación es mejor para cultivar en interior sin armario? La elección de la habitación es el corazón de este tipo de montajes. De ella depende que todo lo demás pueda funcionar con cierta armonía. Lo que se busca es un espacio sencillo de mantener: fácil de limpiar, discreto y con cierta independencia del resto de la vivienda. En este punto entran en juego la ubicación, el tamaño y hasta pequeños detalles como el orden o el color de las paredes. El lugar que se elige suele pensarse con un par de criterios claros. La privacidad es uno de ellos: cuanto menos tránsito tenga esa estancia, más tranquilo resulta el manejo del espacio. La ventilación natural también pesa en la decisión, por eso las habitaciones con ventana suelen ser habituales, ya que permiten cierta renovación de aire y la entrada de luz solar en momentos puntuales del día. Otro aspecto a considerar es la estabilidad ambiental. Conviene que la habitación no esté demasiado cerca de la cocina o el baño, donde la humedad y el calor fluctúan más. Una ubicación intermedia, alejada de focos de humedad y ruido, facilita que el ambiente se mantenga constante y no dificulte la vida diaria en el hogar. El tamaño y la importancia del orden No existe una medida universal para el espacio. Lo que marcan los cultivadores es que cuanto más amplio sea, más margen hay para moverse y mantenerlo ordenado. Eso no significa que una habitación pequeña no sirva; con algo de organización se puede aprovechar muy bien. Lo esencial es que no resulte agobiante y que la limpieza se mantenga al día. El orden aquí no es un detalle menor. Un cuarto despejado permite que el aire circule mejor y que la higiene se sostenga en el tiempo. Elementos simples, como estanterías firmes, recipientes cerrados o alfombrillas absorbentes, ayudan a que el espacio sea funcional y seguro. Con esa base organizada, después resulta más sencillo incorporar recursos extra, como las superficies reflectantes. Cómo aprovechar las superficies reflectantes para el cultivo en interior Uno de los recursos más mencionados en este tipo de espacios es el uso de superficies que devuelvan la luz. No se trata de complicarse con materiales difíciles, sino de algo tan básico como mantener las paredes claras y limpias. Ese detalle ayuda a que la iluminación se distribuya mejor y se eviten zonas con sombras marcadas. Por supuesto, todo esto se trata de ser prácticos: escoger superficies lavables, resistentes a la humedad y fáciles de integrar en la rutina de limpieza hacen que el espacio funcione sin añadir complicaciones. Con todo esto en mente, puede decirse que una habitación adecuada combina ubicación estratégica, orden constante y un par de trucos simples que mejoran la luz disponible. Iluminación para cultivar en interiores La luz es uno de los factores que más peso tiene en cualquier montaje interior. En los proyectos sin armario, la atención suele dividirse entre lo que aporta la luz natural de una habitación y lo que ofrecen las opciones artificiales. Ambas tienen ventajas y límites, y conocerlas de forma clara ayuda a entender por qué los cultivadores combinan o priorizan una sobre otra según el caso. Luz natural: hasta dónde puede llegar La luz del sol resulta atractiva porque no requiere instalaciones. Una ventana bien orientada, por ejemplo hacia el sur, puede dejar entrar varias horas de sol directo. Eso da una sensación de calidez y naturalidad al espacio. El problema es que la intensidad y la duración de esa luz cambian con las estaciones, la ubicación de la vivienda o incluso con obstáculos externos como edificios cercanos o árboles altos. Por esa razón, muchos cultivadores consideran la luz natural más como un apoyo que como una base confiable. En determinados momentos del año puede ser suficiente, pero en otros se queda corta. Y cuando la radiación entra con demasiada fuerza, el calor acumulado en la habitación se convierte en un reto adicional, lo que enlaza con la necesidad de ventilar y mantener la temperatura estable. Iluminación artificial: regularidad y control Frente a esas limitaciones, la iluminación artificial aparece como una herramienta más constante. Los cultivadores usan tecnologías LED o LEC, que destacan por su eficiencia energética y porque generan menos calor que otros sistemas tradicionales. En estos casos, es muy importante asegurarse de que la instalación eléctrica sea segura y resista la carga de las luces con uso constante. También

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Tipos de tricomas en cannabis: ¿cómo reconocerlos y qué función cumplen?

Cuando observamos una planta de cannabis con detenimiento, hay un detalle que suele atrapar la mirada: esa especie de diminutos cristales que recubren las flores y que, al reflejar la luz, parecen una capa brillante y pegajosa. Esos puntitos microscópicos son los tricomas. Quizá los hayas escuchado nombrar como “la resina” o “el polvillo” que luego da vida a extractos y concentrados, pero en realidad su historia es mucho más interesante. En este artículo veremos todos los secretos naturales que ocultan estas diminutas pero potentes estructuras en las plantas. ¿Qué son los tricomas y dónde aparecen en el cannabis? Los tricomas son extensiones microscópicas de la piel de la planta, como si fueran pequeños pelitos que crecen desde la epidermis. Andre et al. (2016) los describen como prolongaciones epidérmicas que pueden ser de dos tipos: glandulares y no glandulares. La diferencia está en que los primeros producen y almacenan compuestos químicos de gran interés, mientras que los segundos funcionan más como una barrera física. Cuándo hablamos del cáñamo y otros tipos de planta de cannabis, lo más llamativo son los tricomas glandulares, porque en ellos se concentra la producción de cannabinoides y terpenos, es decir, las sustancias responsables de los efectos y aromas que hacen a esta planta tan especial. Los tricomas glandulares: los que concentran la resina Dentro del mundo de los tricomas glandulares encontramos varias formas. Durante años, se habló de tres grandes tipos: bulbosos, capitados-sésiles y capitados-pedunculados. Andre et al. (2016) retomaron esta clasificación clásica y la mostraron como la base para entender cómo se distribuyen. Tricomas bulbosos Son los más pequeños y discretos. Apenas miden unas decenas de micras y suelen pasar desapercibidos al ojo humano, incluso con lupa. Se encuentran incrustados en la epidermis, casi sin sobresalir, y su capacidad de producir resina es limitada. Podrías imaginarlos como las primeras defensas microscópicas, presentes en muchas superficies de la planta pero sin un aporte significativo en la concentración de cannabinoides. Aun así, forman parte del paisaje general de tricomas y cumplen su papel en la protección básica. Tricomas capitados-sésiles Estos tricomas tienen una cabeza globosa asentada directamente sobre la epidermis o con un pedúnculo muy corto, casi imperceptible. Andre et al. (2016) explican que en sus cabezas también se acumula resina rica en cannabinoides, aunque en menor cantidad que en los pedunculados. Visualmente son un poco más notorios que los bulbosos, pero todavía pequeños. Tricomas capitados-pedunculados Son los tricomas más grandes y vistosos, con un pedúnculo bien definido que sostiene una cabeza globosa llena de resina. Cuando observas fotos de cannabis cubierto de una capa brillante, la mayor parte de esa “escarcha” son pedunculados. Andre et al. (2016) señalaron que concentran la mayor cantidad de THCA, mientras que Tanney et al. (2021) demostraron que en flores maduras tienen entre 12 y 16 células encargadas de secretar componentes, lo que les da una capacidad productiva superior a los otros tipos. Estos tricomas son los verdaderos responsables de la potencia y el perfil aromático de la flor. Lo que revela la ciencia más reciente sobre los tricomas glandulares Con el paso del tiempo, la ciencia ha revisado esta clasificación. Tanney et al. (2021) demostraron que lo que antes se llamaba “tricoma sésil” en flores en realidad podía ser un estado previo de un pedunculado. Descubrieron que los sésiles verdaderos en hojas tienen exactamente ocho células en el disco secretor, mientras que los pedunculados maduros en flores poseen entre doce y dieciséis. Los que parecían sésiles en flores inmaduras no son un tipo distinto, sino precursores de los tricomas que más producen cannabinoides. Esta observación es clave porque no solo corrige la clasificación, sino que también permite entender mejor la madurez de la planta y la capacidad biosintética de cada tricoma. Al final, los pedunculados en flor son los que más resina producen y, por tanto, los más buscados cuando se quiere maximizar la calidad del cannabis. Los tricomas no glandulares Aunque los tricomas glandulares acaparan la atención, no son los únicos que existen en las plantas. También están los tricomas no glandulares, que cumplen funciones muy distintas. Andre et al. (2016) los describen como estructuras que no producen ni almacenan resina, sino que sirven de defensa mecánica. Entre ellos se encuentran los unicelulares, que son simples prolongaciones, y los cistolíticos, que suelen contener depósitos de carbonato de calcio y resultan más rígidos. Estos tricomas actúan como una barrera contra insectos, dificultan que algunos animales se alimenten de la planta y ayudan a reducir la pérdida de agua. Aunque no influyen en la potencia ni en el aroma del cannabis, son igual de importantes desde el punto de vista de la supervivencia vegetal. El interior del tricoma: qué ocurre en la cavidad resinosa Una de las cosas más sorprendentes de los tricomas glandulares es lo que ocurre dentro de esa pequeña burbuja transparente que ves en la flor. Imagina que ahí dentro la planta tiene un mini laboratorio natural. En ese espacio se van mezclando y acumulando los compuestos más valiosos: los cannabinoides, como el THCA o el CBDA, y los terpenos que le dan aroma. Las células que rodean la cabeza del tricoma se encargan de fabricar esas sustancias y luego las van liberando hacia la cavidad interna, donde quedan atrapadas como una resina pegajosa. A medida que la flor madura, esa resina va cambiando de aspecto: primero se ve transparente, luego adquiere un tono lechoso y finalmente se vuelve ámbar. Para el ojo entrenado, esos cambios son como un reloj natural que marca el momento justo para cosechar. Los colores como señales de maduración Seguro has oído que los tricomas se miran con lupa para saber cuándo cosechar. Esa práctica tiene respaldo científico. Tanto Andre et al. (2016) como Tanney et al. (2021) describieron cómo el contenido de la cavidad pasa de transparente en etapas tempranas, a lechoso cuando está en el punto de máxima secreción, y finalmente a ámbar o marrón cuando comienza a envejecer. Para el cultivador, estos colores son señales muy claras: cosechar

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Cómo saber si una planta de cannabis es macho o hembra

En el cultivo de cannabis, reconocer si una planta es macho o hembra es fundamental. La diferencia marca el rumbo de todo el proceso: mientras las hembras son buscadas por sus flores ricas en compuestos aromáticos y resinosos, los machos cumplen una función reproductiva liberando polen que, si alcanza a las hembras, cambia por completo el resultado esperado. Por eso, quienes se dedican a cultivar estas plantas saben que una identificación tardía puede llevar a errores costosos, como la pérdida de una cosecha sinsemilla o la proliferación de semillas no deseadas. A lo largo de este texto se abordará cuándo aparecen las diferencias, qué señales permiten distinguirlas y cómo se pueden observar, tanto con recursos simples como con herramientas especializadas. Qué significa el sexo en las plantas de cannabis El sexo en las plantas de cannabis se refiere a la función que desempeña cada ejemplar en la reproducción. A diferencia de las plantas hermafroditas que contienen órganos masculinos y femeninos en la misma flor, el cannabis pertenece al grupo de especies dioicas, lo que significa que tiene individuos separados: unos que producen polen y otros que generan flores capaces de ser fertilizadas. Las plantas macho forman estructuras reproductivas que liberan polen en el aire. Ese polen viaja y, al entrar en contacto con una planta hembra, fecunda los óvulos que se encuentran en el interior de los cálices. De ese proceso surgen semillas que garantizan la continuidad de la especie. En cambio, las plantas hembra son las que desarrollan las inflorescencias más conocidas, formadas por pistilos que se alargan en busca de polen. Esto explica por qué los cultivadores suelen preferir unas plantas sobre otras para el cultivo de cogollos de CBD. Mientras que el macho se valora por su función reproductiva y por el material genético que aporta, la hembra es más apreciada por su producción de flores resinosas. Cuándo se empiezan a ver las diferencias en el cannabis Aunque las semillas de cannabis no muestran de inmediato si darán lugar a una planta macho o hembra, con el paso de las semanas empiezan a aparecer signos visibles. Estas señales suelen manifestarse en lo que se conoce como preflores, pequeñas formaciones que surgen en los nudos, justo en la unión entre el tallo principal y las ramas laterales. Generalmente, estas preflores comienzan a observarse entre la cuarta y la sexta semana de crecimiento, aunque este rango puede variar. Factores como la genética, la intensidad de la luz o la temperatura influyen en la velocidad con la que la planta desarrolla sus características sexuales. En algunas variedades de crecimiento rápido las diferencias se detectan antes, mientras que en plantas con ciclos más largos puede tardar un poco más. Este momento es especialmente interesante porque marca la transición de la fase vegetativa hacia la fase reproductiva. Entenderlo permite seguir el hilo natural de la planta y apreciar cómo cada ejemplar se prepara para cumplir su función dentro del ciclo de vida del cannabis. Señales para identificar el sexo de las plantas de cannabis Antes de describir las señales específicas de machos, hembras y hermafroditas, conviene tener presente que todas ellas surgen en los nudos y que al principio pueden ser pequeñas y difíciles de ver. Aun así, con paciencia y observación se distinguen patrones claros. Señales de planta hembra Las plantas hembras se caracterizan por desarrollar pistilos. Estos son pequeños filamentos que, en sus primeras etapas, aparecen blancos y delgados, semejando diminutos pelos que se extienden en forma de “V”. Emergen de una base llamada cáliz, y con el tiempo estos pistilos cambian de color hacia tonos anaranjados o marrones conforme avanza la madurez. Otra señal evidente es la formación de cogollos compactos, agrupaciones de cálices que se concentran alrededor de los nudos. En ausencia de polinización, estas flores femeninas continúan engrosándose y produciendo resina. Esa acumulación de compuestos aromáticos y aceitosos ha sido uno de los motivos por los que las hembras han adquirido mayor notoriedad que los machos en la cultura del cannabis. Señales de planta macho Los machos presentan una morfología distinta. En lugar de pistilos, aparecen pequeños sacos redondeados que miran hacia abajo, semejando diminutas bolitas verdes. Estas estructuras son los sacos de polen, que se agrupan en racimos y, con el tiempo, se abren para liberar el polen al aire. En la fase temprana pueden parecer simples esferas, pero su ausencia de filamentos blancos los diferencia con claridad de las hembras. Además, los machos tienden a mostrar estos signos antes que las hembras, lo que facilita distinguirlos si se observa con regularidad. Señales de plantas hermafroditas En algunos casos aparecen plantas con características mixtas. Estas se conocen como hermafroditas y muestran tanto pistilos como sacos de polen en un mismo ejemplar. A veces se concentran en diferentes ramas y en otras ocasiones surgen en la misma zona del nudo. El hermafroditismo puede darse de manera natural, aunque también se asocia a condiciones de estrés como cambios bruscos de luz o temperaturas extremas. Desde un punto de vista biológico, se interpreta como una estrategia de supervivencia: si no hay machos alrededor, una planta con capacidad de generar polen y pistilos asegura su propia reproducción. Cómo observar las diferencias en las plantas de cannabis Una vez que se conocen las señales, surge la duda de cómo observarlas con claridad. Aquí conviene distinguir entre lo que puede hacerse con recursos cotidianos y lo que requiere equipo más especializado. Métodos sin equipo especial (luz, distancia, cámara del móvil) Muchas personas comienzan observando sus plantas a simple vista. La luz natural suele ser suficiente para detectar los pistilos o los sacos de polen, siempre y cuando la planta esté en un estado de desarrollo adecuado. Colocarse a una distancia corta y mirar con detenimiento los nudos permite distinguir las primeras formas. En ausencia de herramientas ópticas, la cámara de un teléfono móvil con modo macro es de gran ayuda. Este recurso amplifica los detalles y hace posible capturar imágenes que luego se revisan con calma, aumentando las posibilidades de notar

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